cuando uno se enamora, casi siempre los primeros momentos de esas historias son simplemente magicos. porque todo es cantar de pajaritos, nubes de colores, sonrisas y felicidad.
pero el tiempo pasa. y uno empieza a conocer a la otra persona, y empieza a saber cuales son sus costumbres, sus manias, sus formas de vivir y de ser dia a dia.
y los pajaritos callan un momento, las nubes vuelven a ser blancas (y a llenar el cielo para convertirlo en una panza de burro), y las sonrisas a veces se vuelven caras de fastidio, risa nerviosa o solicitudes de paciencia. de las mas grandes.
hace poco conversando con una muy buena amiga, me contaba que su esposo se demora mil años en bañarse, afeitarse y arreglarse por las mañanas. y sus hijos ya han tenido dos tardanzas en el colegio porque al papa se le ocurre "arreglarse como niña".
muchos hombres roncan (mi novio incluido). y dormir por las noches a veces se vuelve una tortura. sobre todo cuando nadie de tu familia ronca y no estas acostumbrado a ese ruido constante toda la noche.
una amiga se lava los dientes en la ducha. y el marido no soporta ver la pasta dental dentro de la ducha. y reniega cada vez que lo ve (osea, todos los dias).
y cosas como esas hay miles. miles. lo bonito es ver como las parejas se mantienen y se adaptan. porque el amor genera paciencia. y esa paciencia se convierte en una gran comprension para la convivencia.
y las costumbres (cuando son buenas) se vuelven conjuntas y los pajaritos salen otra vez de sus nidos y cantan. y poco a poco, con paciencia y mucho cariño, volvemos a pintar las nubes de colores.
y seguimos viviendo juntos. con y sin costumbres fastidiosas. pero con amor.
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