cuando uno es chiquito y empieza a crear su mundo, se da cuenta de que los amigos son no solo importantes, sino imprescindibles como compañeros de viaje. entonces, ese mismo mundo en formacion empieza a regalarte muchas señales para cruzarte con las personas indicadas en el momento indicado, para tener una forma comun con otros personajes al principio totalmente ajenos, pero absolutamente necesarios despues.
y asi, uno va creando su propia familia. uno va escogiendo a sus hermanos y hermanas. a los pilares de su casa, a los bastones sobre los cuales sostenerse cuando ya no le respondan las piernas. a sus brazos para poder abrazar, a sus compañeros de sonrisas, de lagrimas, de luchas.
y es bonito. porque te pueden acompañar. y porque puedes hacer (y ser) lo mismo en el mundo de otros.
hasta que un dia (porque siempre llega "el dia" en los cuentos -*-) uno tiene que aprender a dejar ir. y con eso viene el aprendizaje de un verbo hasta ese momento nuevo en nuestro diccionario: extrañar. y si. aprendemos de zopeton lo que esa palabra significa.
y extrañamos. a los que se fueron para ser mejores, a los que se quedaron pero igual no estan, a los que se estan por ir y ya nos empiezan a hacer falta, a los que el destino llevo lejos para que crezcan (y de paso nosotros tambien). a todos. a todos los que, por una u otra razon, abandonaron nuestro mundoburbuja y dejaron un espacio vacio.
y sabemos que ese espacio no sera llenado por nadie mas. porque es una butaca con nombre y apellido, hecha perfectamente a la medida. pero, por suerte, siempre vamos a tener butacas nuevas, nuevitas, listas para ser inauguradas por personajes que aparezcan en el camino y quieran descansar un poco de esa larga caminata, teniendonos al costado.
(uf. felizmente.)
-*- frase plagiada de muuuuuchos cuentos escuchados a francois valleys, maestro cuentacuentos.
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